miércoles, 6 de noviembre de 2024

                               NUEVO ENCUENTRO DEL ATENEO

El próximo miércoles 20 de Noviembre a las 18:30 hs tendrá lugar un Conversatorio-Homenaje por el "Día de la Soberanía Nacional" instituido en 1974 por la Ley Nacional 20.770 en memoria de la épica defensa de la Patria llevada adelante hace 179 años  por los  héroes de la Batalla de Obligado .

Esta vez el tema del Conversatorio será "Soberanía Nacional y Globalismo" y será a propósito de la disertación que brindará el Dr. Mario Meneghini, politólogo y miembro de nuestro Ateneo.

Es crucial en estos tiempos de confusión de ideas y cambios trascendentales a nivel global que adoptemos una posición clara en defensa de nuestra Nación frente a los embates internos y externos que la amenazan. 

Esperamos contar con la participación de todos aquellos a quienes les interesa el país.

 

domingo, 22 de septiembre de 2024

 


CONSENSOS, DISENSOS Y NUEVAS DEPENDENCIAS

Por Eduardo Ingaramo

Publicado en "Hoy Día Córdoba", 9/9/2023


Ya es casi unánime la opinión que la violencia armada como modo de control social desde los Estados está en decadencia en Occidente. Los “golpes blandos”, generados a partir de las redes, medios masivos de comunicación y poderes judiciales ha sido dominantes en este siglo.


Podría decirse que desde el fin del Plan Cóndor, que se impuso en Latinoamérica y produjo múltiples golpes militares en los años 70, la tendencia ha ido cambiando, fundamentalmente por la experiencia argentina, en donde los militares no sólo reprimieron, sino que se atrevieron a enfrentar a las potencias dominantes en Malvinas. En los 80, una década de transición, los gobiernos militares fueron cayendo y comenzaron a producirse golpes financieros, basados en el aumento de la deuda pública o privada estatizada, y sus costos mostrando un poder financiero cada vez más poderoso.


La década de los 90, con los procesos de privatización de las empresas estatales, aumentó aún más ese poder que, desde las sombras, comenzó a manejar variables clave de las economías, en un proceso acelerado de fusiones que concentraba el poder a escala global en unos pocos. En este siglo, especialmente desde 2009, cuando la crisis de las hipotecas “subprime” dio lugar a que BlackRock se hiciera cargo de distribuir los enormes subsidios a bancos en problemas que dispuso el gobierno de Barack Obama (US$ 800.000 millones en 30 días), el proceso de concentración financiera se aceleró aún más: hoy BlackRock maneja entre 8 y 10,5 billones de dólares, y participa en 17.000 empresas en todo el mundo. Otras administradoras de fondos (Morgan Stanley, Vanguard, Fidelity, Pimco, Templeton) coexisten y coparticipan con BlackRock en algunas empresas líderes y se asocian muchas veces entre ellas, con participaciones mutuas. Sus activos administrados están compuestos en un 72% por activos institucionales (fondos soberanos, bancos o grandes empresas); 20% de empresas de seguros; 8% de pequeñas empresas; y un porcentaje menor del público, a quienes asesoran y les cobran una comisión por las operaciones automatizadas que ejecutan, por lo que afirman que ellos no votan ni deciden que hacen las empresas en las que aconsejan invertir.


BlackRock también tiene una aplicación llamada Aladin, creada en 1998, que pronosticaba cuáles eran las inversiones que más probablemente tendrían un buen desempeño en bolsa, pero que hoy, tras décadas de desarrollo e innovación tecnológica, se ha convertido en el “prescriptor estrella”, aconsejando invertir en unos sectores, empresas, regiones o países, y en otros no.


En 2020 se invirtieron en Aladin 21 billones de dólares, 15% de los activos financieros globales, que “deciden” en función de sus predicciones, por lo que ellas se convierten en hipótesis autocumplidas, de acuerdo al modelo impuesto por la aplicación a través de sus algoritmos dictados por BlackRock. Por ello, ningún gobierno puede prescindir de él si desea obtener inversiones, o, al menos, no perderlas, y los medios en los que BlackRock es un pequeño dueño hablan bien de Aladin, sin casi mencionar a BlackRock que es quien controla la plataforma.


Así, un pequeño cambio en las previsiones de Aladin produce subas o bajas de las acciones de empresas, bonos de países, precios de divisas o de productos que cotizan en mercados de valores, que pueden hacerlos prósperos y con financiamiento barato o decadentes, y financiamiento caro, por lo que grandes empresas y gobiernos designan entre sus principales funcionarios a aquellos que BlackRock aconseja, aún sin tener poder de voto en las empresas, ni poder directo en los gobiernos.


BlackRock también impulsa su propia agenda política bajo el puntaje ESG –sigla en inglés de Ambiente, Social y Gobernanza- que califica las empresas y países por su relación con el medio ambiente, el trato hacia las personas, especialmente la agenda feminista y las formas de gobierno-, no obstante que sigue aconsejando invertir en las peores actividades en relación al cambio climático, a los peores gobiernos en relación a los DDHH y dictaduras o monarquías absolutas que contradicen totalmente esos principios. Ese “poder blando”, impersonal, omnímodo, con múltiples intereses alineados en una red que maximiza resultados financieros y minimiza el riesgo de grandes explosiones en los mercados de valores a pesar de los desequilibrios en la propiedad de la riqueza, la distribución de los ingresos, la destrucción de empleos, la pauperización de grandes grupos de población que no por casualidad están omitidos de la agenda ESG, es el que nos gobierna y nos induce a no pensar en sus consecuencias o a consolarnos con que con esos principios enunciados será suficiente. Los que lo cuestionan, predicen crisis, colapsos o conspiraciones de quienes lo conducen, aunque su solución parece más compleja que encontrar culpables, en la medida que se trata de un sistema muy complejo que reúne muchas veces sin saberlo, los intereses en la preservación de la propia riqueza de grandes y pequeños inversores, instituciones o países.


Sólo grandes catástrofes globales producidas por hombres y países fuera de su control –como guerras nucleares- o naturales –climáticos, tormentas solares- podrían poner en crisis ese sistema, sin que existan garantías que lo que sobrevenga sea mejor. Así, la buena noticia es que es posible que no existan guerras nucleares globales; la mala es que el sufrimiento de grandes grupos de población continúe bajo el imperio de la rentabilidad individual a costa de los sistemas jubilatorios, salarios, salud y educación de la población.


Pero hay alternativas, teóricas y prácticas, que hoy llevan a cabo una filosofía del disenso que pueden permitirnos mucho más que lamentarnos por lo que parece inexorable


La filosofía del disenso  

Si el “poder blando” de las administradoras de inversiones globales están en todos lados, y su poder domina los países, mercados, empresas, medios y redes, pareciera que no existen alternativas válidas para quienes seríamos sus víctimas. Pero no es así: existen prácticas que están entre nosotros que, sin enfrentarlos, construyen formas de pensamiento y organización eficaces y eficientes.


Suele creerse que la filosofía precede a las acciones, hechos y realidades pero buceando en la historia se encuentra que lo que toma la filosofía comenzó antes a construirse en la realidad, y la filosofía, sabiéndolo, presumiéndolo, o en forma independiente, construyó como idea que luego es verificada por las ciencias que amplían el conocimiento de la realidad, establecen sus posibilidades, límites y metodologías.


Diego Fusaro es un filósofo italiano que, en 2017, publicó su libro “Pensar diferente. Una filosofía del disenso”, en el que plantea una tesis basada en que “el amor y la familia obstaculizan la globalización neoliberal”, en la medida que se contraponen a un capitalismo que odia la familia y el Estado.


Consenso (del latin con-sensus = sentir común) es lo contrario que el disenso, (del latín di-sentio = pensar diferente), que en las democracias no sólo no es reprimido, sino que es promovido como una virtud intrínseca a ella, que cuestiona todos los tipos de poder que no sean del pueblo basado en que “el ser humano es la única criatura que se niega a ser lo que es” (Albert Camus). Las dictaduras suelen basarse en el consenso por haber reprimido el disenso, y así logran un pensamiento único que impide que se lo cuestione desde el sentido común establecido.


El “poder blando” financiero no reprime la disidencia, sólo va en el sentido de evitar que el disenso afirmativo y activo, se constituya como alternativa. Así, las personas –flexibles, sin familia, sin conciencia, desarraigadas, precarizadas, consumistas, individuales y nómadas- no reconocen su explotación y se convierten en una muchedumbre indiferente a los demás, sin identidad ni tradiciones que sólo piensan en disfrutar y distraerse, sin cuestionar el poder del pensamiento único que los somete, de tal forma que en muchos casos los lleva a cuestionarse a sí mismos.


Eric Sadin es un filósofo francés que, en su libro “hacer disidencia: Una política de nosotros mismos” (2023), propone cinco iniciativas; 1) Expresar la desaprobación del modelo; 2) Revisar nuestras micro decisiones; 3) Dejar de lado los discursos formateados; 4) ejercitar la interposición, no tanto el reclamo; y 5) Institucionalizar la alternativa.


Expresar la desaprobación del modelo liberal-capitalista que no es democrático en la medida que se basa en un pensamiento único económico, la supresión o la irrelevancia de las disidencias, en donde la delegación en los gobernantes es sólo una parte de la democracia que no suelen conducir una causa común. Por lo que hay que expresarse diariamente, sin ilusionarnos con promesas vanas y madurar.


Revisar nuestras micro decisiones implica no responder solamente al paradigma del rendimiento, que nos llevan a la despersonalización y agotamiento que, no obstante, son convalidadas por nuestras micro decisiones que ignoran otras dimensiones de la vida –amor, familia, comunidad, pertenencia territorial-, y, por supuesto, por las elites políticas, que consolidan las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados.


Dejar de lado los discursos formateados por agencias de marketing y consultoría que, con sus neo lenguas ininteligibles para la mayoría, se presentan como verdades –compra esto y serás feliz, disfruta hoy, distráete, cuestiona a tus pares-, de modo que los afectos, el amor, la familia, la solidaridad y la cooperación no sean alternativas válidas.


Ejercitar la interposición, o sea utilizar nuestra influencia y autoridad en favor de alguien, arbitrando, mediando, interviniendo, lo que implica involucrarnos en casos concretos y no tanto en reclamar integridad y dignidad en general, que sólo nos ubica como espectadores pasivos.


Institucionalizar la alternativa política u organizativa, como modos colectivos a través de la gobernanza común, que eviten que las acciones individuales que refuerzan el individualismo, ejercitando la transparencia, la colaboración, la cooperación, la solidaridad.


De este modo dejamos de confiar totalmente en el Estado, o el mercado, como ordenadores sociales que tienden a someternos, más allá que consideremos a ambos en el modo que institucionalizaremos nuestra alternativa.


En estos días, grupos colectivos se organizan para ayudar a los más desamparados, otros en compras comunitarias, o taxis que organizan viajes compartidos, proveedurías mutuales ofrecen alimentos básicos en bolsones en los que pueden elegir productos y marcas a precios mucho menores, centrándose todos en el aquí y ahora y abandonando, sin olvidar, las reivindicaciones emancipadoras de destino incierto.


Boecio, mártir y santo cristiano, decía “es tiempo de remedios, no de lamentaciones”, y León Tolstoi afirmaba “no es el poder, ni el pensamiento lo que produce el movimiento de los pueblos, es la actividad de todos los que toman parte del acontecimiento”. Nunca más cierto que en nuestros días, aquí y ahora. Es que, más allá de aumentar la productividad y el rendimiento, este es tiempo de aumentar la confianza mutua, desde el pie, que derivará en construcciones sólidas, eficaces, eficientes y sostenibles en las que el amor, las familias ampliadas y las comunidades recuperen su capacidad de reapropiación de lo que se ha perdido en el individualismo, el consumismo, las redes digitales y los medios.


Las nuevas dependencias 

La historia de la Humanidad es, sobre todo, la historia de señores y lacayos, reyes y súbditos, gobernantes y gobernados, dueños y empleados. En definitiva, de dominadores y dominados, con sus consecuencias en la justicia social y desigualdad. En estos días, los debates dominantes, especialmente en medios masivos y redes –género y patriarcado, diversidad, cambio climático, migraciones, desarrollo tecnológico- son cuestionados, acotados, minimizados o invisibilizados sin considerar la influencia causal en esos temas de las relaciones entre dominadores y dominados.


En las discusiones sobre las cuestiones de género y patriarcado se limitan a los femicidos, y a las diferencias de remuneración de mujeres y hombres, sin considerar que son más los suicidios de mujeres, y muchos más los de hombres, y que las remuneraciones de ambos están a la baja en beneficio de los sectores dominadores.


En las discusiones sobre diversidad se cuestionan por las diferencias de los sexos o reivindicando su derecho, por lo es un asunto cualitativamente importante, pero marginal en la discusión sobre la concentración de capital e ingresos que afecta tanto a heterosexuales como los grupos LGBT.


En el cambio climático, las normas europeas –basadas en las de Global Reporting Iniciativem GRI- contemplan tanto los efectos de las empresas en la sociedad como los riesgos que asumen, mientras las que se impulsan desde EEUU y los mercados financieros sólo contemplan los riesgos para las empresas e inversores. Pero ambas ignoran o minimizan los efectos del marketing irresponsable en las sociedades, por lo que no se evalúan sus aportes a los otros temas especialmente sociales y económicos, dando vía libre a las empresas en fortalecer un sentido común que los ignora y promueve un consumismo irresponsable e insostenible.


En las migraciones, los países dominantes que, en la mayoría de los casos, son los causantes de los problemas de los países periféricos, sólo se preocupan por el ingreso de migrantes “ilegales”, a quienes suelen explotar sin preocuparse por las causas que lo producen, y mucho menos por las guerras que ellos provocaron y producen millones de migrantes.


En el desarrollo tecnológico, las mayores inversiones van en el sentido de “ahorrar trabajo”, más que en mejorar la calidad de vida de la Humanidad, augurando un futuro en donde se consolide a miles de millones de trabajadores precarizados, empobrecidos, excluidos e invisibilizados.


No es casual entonces que en el financiamiento de organizaciones que financian e impulsan estas discusiones se cuenten instituciones de los países dominantes, que así evitan que se discuta el sistema que los sostiene y disfrutan. No obstante que estas discusiones son importantes, sólo pueden ser trascendentes si se incluye en ellas los mecanismos de dominación y dependencia que afectan a casi todos, en donde las mayorías terminan discutiendo entre pares, y aquellos que están más cerca que se convierten en enemigos, ignorando que todos son víctimas del sistema que los excluye y los expone a caer en los extremos en cada uno de los temas.


En las cuestiones de género y patriarcado es común ver como los grupos más intensos culpan a hombres machistas, en proceso de deconstrucción, o inclusive ya reconvertidos, descalificando sus opiniones, inclusive aquellas que consideran las formas de disminuir la violencia familiar en general, que es el marco en el que el patriarcado se construye. En las cuestiones de respeto a la diversidad sexual, heterosexuales militantes encuentran en los grupos no binarios, sin considerar los datos concretos sobre su sufrimiento y esperanza de vida producidas por su discriminación, ni los cientos de ejemplos de miembros de esa comunidad que han aportado enormemente a la sociedad sin que nadie los acuse de su condición sexual.


En el cambio climático, las acusaciones mutuas entre países impiden discusiones serias sobre como frenarlo, al punto que los principales foros son auspiciados por países y empresas que son los mayores productores de gases de efecto invernadero, residuos plásticos y financiadores de esas actividades, que así habilitan comportamientos individuales no sostenibles. En el desarrollo tecnológico, los países “enemigos” son aquellos que utilizan desarrollos protegidos por patentes que las empresas registran obtenidos o descubiertos por profesionales formados en otros países, que carecen de derechos de formación, afectando la red científica en beneficio de las empresas que las usan como armas arrojadizas hacia otras empresas y países mediante sanciones.


Por todo ello, casi todos los debates existentes son formas de distraer la atención de los temas sustanciales por parte de los dominadores, que así evitan los debates sobre su propia legitimidad, más allá de la importancia de cada uno de ellos siempre que se encuadren en la discusión general sobre justicia social y sostenibilidad de un mundo que se está destruyendo a sí mismo.

lunes, 9 de septiembre de 2024

 


CONFERENCIA

El Centro de Arquitectos e Ingenieros jubilados de Córdoba ha organizado una conferencia sobre "Dudas y falsedades sobre San Martín", que estará a cargo del Dr. Mario Meneghini. Se realizará el miércoles 18 de setiembre, a las 17,30 horas, siendo la entrada libre. Se solicita colaborar con un alimento no perecedero para entregar a la Fundación Manos Abiertas.

sábado, 24 de agosto de 2024

 

"Es muy triste que paguemos los abortos con nuestros impuestos"

ENTREVISTA AL DR. AURELIO GARCÍA ELORRIO

Publicada en LaVoz.com 

Por Sergio Carreras - 24/08/2024

Uno de los fundadores del partido Encuentro Vecinal continúa con esta lucha personal y política, que empezó desde el Portal de Belén. Sus denuncias contra el cordobesismo. Sus 42 años de matrimonio.

–¿Para qué le sirvió a Córdoba el partido que creaste hace 14 años?

–Encuentro Vecinal fue creado por muchas personas a partir de 2010. Desde 2011, tuvo presencia en la Legislatura hasta hoy, y ha trabajado mucho en el control del poder en una provincia donde todos los organismos de control están dañados o son inexistentes.

–¿Qué presencia tienen hoy?

–Seguimos creciendo. Gobernamos en coalición una ciudad importante como La Calera. Estamos también en la jefatura de varias comunas, tenemos concejales y tribunos de cuentas en el interior. Queremos duplicar eso en la próxima elección provincial.

–¿Qué los define mejor? ¿Decir que son de derecha o conservadores?

–No somos derecha ni izquierda. Tenemos como norte la agenda de los débiles. Las víctimas del narcotráfico, las víctimas del aborto, y de toda violencia contra la mujer. Las víctimas de la corrupción que siempre perjudica más a los vulnerables. Seguimos la agenda de los débiles, ya que los poderosos se cuidan solos, como dice nuestro legislador Rodrigo Agrelo.

- ¿Son un partido religioso?

–Eso es una cuestión subjetiva que depende de cada militante. Cada uno sabe en su interior por qué hace o no hace algo. En mi caso absolutamente personal, ha influido muchísimo una encíclica del papa Juan Pablo II sobre el evangelio de la vida (1993), en la que pone en claro cuál es la agenda que necesitan los débiles.

–¿De dónde vienen sus votos?

–Creo que fue precisamente La Voz que hizo un estudio que reveló que el 60% de nuestros votantes eran contrarios al aborto, y el 40% restante era proclive a aceptarlo, lo cual creo demuestra que nos votan para que hagamos control de poder.

–¿Qué otros puntos comparte ese electorado?

–Quizá le gusta que incomodemos cuando haya que hacerlo, pero ahora tendremos que convencerlos de que también sabemos gobernar.

–La irrupción de Milei, de derecha y con referentes antiabortistas, ¿les genera una mejor perspectiva?

–Milei no tiene la agenda de los débiles, las medidas que ha tomado sin anestesia están terminando de destruir el tejido social del país, un proceso que lleva décadas. Espero que se dé cuenta y tienda lazos con la sociedad. Quiero que tenga éxito, pero a nadie escapa que, así como va y se comporta, no va a tenerlo.

–¿Tu familia y tus amigos te votan?

–Espero que sí. Mi familia sí. Mis amigos que piensan como yo supongo que me votan, pero tengo muy buenos amigos que no piensan como yo y votan sus propias opciones.

–¿Quiénes son los referentes actuales del partido, además de vos?

–Hay muchos. María Rosa Marcone, nuestra actual presidente, y Juancito Sileone, de Arroyito, entre los más grandes. Después viene una generación intermedia de muchos militantes de primer orden que ya ocupan cargos importantes. Fernando Rambaldi y Rodrigo Agrelo son los representantes más visibles de ese grupo etario, pero son realmente muchos y muchas.

- ¿Qué hacías antes de dar el salto a la política?

–Ejercí 45 años la abogacía. Fui 45 años docente universitario. Fui presidente del Portal de Belén por 21 años y renuncié para ser legislador provincial.

–Entiendo que te has jubilado. ¿También te estás alejando de la política?

–Sí, me he jubilado como docente universitario y como abogado. Eso me permite dedicarme de lleno a la política. Soy vicepresidente del partido y tengo a cargo el trabajo de crecimiento territorial. Pero quiero volver a ejercer la abogacía. Hay muchas personas vulnerables para ayudar. Tengo un tío que a los 90 años sigue trabajando como médico, eso me sirve de ejemplo y estímulo.

–¿Cuántos años llevás casado?

–42.

–¿Con tu primera novia?

–No fue mi primera novia. La duración de mi matrimonio tiene más que ver con la protección divina que le dio paciencia a mi esposa. Con ayuda, todos los vínculos se pueden sanar.

- ¿Qué te dejó tu paso por el Liceo Militar?

–Me ayudó mucho. Había perdido mi padre a los 7 años y me sobreprotegieron muchas personas muy buenas. El Liceo en régimen de internado a los 13 años puso las cosas en su lugar. Hice muchos y buenos amigos para toda la vida.

–Muchos políticos pasaron por el Liceo. ¿Quiénes fueron tus compañeros?

–Pertenecí a la camada XXIII. El abanderado fue ingeniero civil y medalla de oro de la Universidad Nacional de Córdoba, luego sacerdote y obispo: Marcelo Cuenca. El primer escolta, Omar Castillo, murió en las Malvinas como oficial piloto de la Fuerza Aérea en el ataque al portaviones Invencible. El segundo escolta fue un importante académico en derecho de Tucumán, Miguel Marcotulio. También el general César Milani, quien comandó el Ejército Argentino.

–¿Cuál es la enseñanza más importante que vas a dejar a tus hijos?

- Me queda mucho por hacer y mucho por cambiar y mejorar. Esa es una pregunta para responder en la serenidad del adiós.

–¿Probaste drogas ilegales alguna vez?

–Nunca, pero entiendo el dolor de las personas que sufren adicciones y el dolor de esas familias. He dedicado parte de mi vida a advertir lo que nos podía pasar y sigo trabajando en un proyecto político para garantizar que los jóvenes puedan tener un proyecto de vida, ya que, sin ello, es muy difícil enfrentar la codicia del narcotráfico.

- ¿Tuviste alguna experiencia mística?

–Creo que todos, de una forma u otra, consciente o inconscientemente, recibimos apoyos especiales para enfrentar las dificultades de nuestra vida. Cada uno sabrá a qué atribuir esas ayudas especiales que recibe nuestro espíritu. Nuestras vidas humanas son los suficientemente difíciles para afrontarlas en soledad. Un dolor acompañado se atempera.

–Participaste de varias denuncias de corrupción contra el Schiarettismo. ¿Qué pasó con esas denuncias?

–El hotel de Anzenuza que debía costar U$S 7 millones y costó 44 millones. El Camino del Cuadrado que deberá ser arreglado eternamente porque cambiaron la traza y lo llevaron por una falla geológica de la piedra. Las licitaciones para el cobro de los impuestos y los gasoductos troncales son las denuncias más impactantes. Todas están activas. Anzenuza está tramitándose en Washington, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Las demás están en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Lamentablemente, el poder político ha colonizado una parte del Poder Judicial, pero eso tiene arreglo. Hay que luchar mucho.

–¿Cómo ves la supervivencia del fuero Anticorrupción de Córdoba?

–Algún día los cordobeses sabrán lo que pasó con las investigaciones del poder. Cuando un nuevo poder político sano y patriota llegue, habrá que ir por varios tribunales provinciales a resucitar causas e investigaciones. Ahí se verá cómo trabajaron realmente. No pierdo la esperanza de verlo personalmente.

–Dos aliados tuyos que participaron en aquellas denuncias, Juan Pablo Quinteros y Liliana Montero, se pasaron al cordobesismo que habían denunciado.

–Estoy confiado que donde estén ellos, si no los engañan, las cosas se harán bien.

- Con ellos creaste una asociación, Asoma. ¿Está activa?

–Sigue activa. Ahora la presido yo, y seguiremos trabajando. Nuestro próximo desafío es la verdad sobre el Neonatal. No conocemos a la enfermera presa, pero sí conocimos al gobierno anterior, y de lo que pudieron ser capaces de hacer en 2023, un año electoral.

–¿Seguís insistiendo en la Justicia por la derogación del aborto?

–9.500 niños no nacidos fueron abortados en los hospitales públicos provinciales y municipales de nuestra Provincia en el año 2023. No sabremos nunca cuántos en la medicina privada. Los abortos de la medicina pública los pagamos todos con nuestros impuestos. Eso es muy triste. Muchos de esos abortos se hubieran evitado si no se les hubiera sugerido el aborto a sus madres. Si en vez de ofrecerle el aborto el Estado hubiera hecho algo por ayudar a esas madres... El 10% de esos abortos fueron sobre embarazos avanzados luego de las 14 semanas. El presidente Fernández, que presentó la ley del aborto en el Congreso para proteger a las mujeres junto con su ministro de salud, González García, tienen algunas dificultades para caminar por nuestras calles. Todo engaño siempre sale a la luz. La verdad sobre las intenciones tiene sus propios caminos.

–¿Qué aprendiste en la pandemia?

–Que el ser humano en general y nuestro pueblo en particular tienen una fortaleza enorme para defender la especie.

–¿Cuál es el sentido de la vida?

–Me parece entreverlo y ya es tiempo de que lo vea. Algo así como vivir cada instante como si fuera el más importante, conectando con la realidad y sirviendo a nuestros hermanos. El pasado ya fue y el futuro es incierto. Atarnos al presente como el más importante momento de nuestra vida. Tantas cosas se nos escapan de las manos por mirar atrás o adelante, y no el ahora. Entreveo que puede ser esto, pero estoy muy distante de vivirlo.

Lector de la historia argentina

Aurelio García Elorrio tiene 70 años, está casado, tiene tres hijos y ya cuenta que son cinco sus nietos: “Tres nacidos y dos mellizas a punto de nacer”. Aunque hace poco se ha jubilado de la abogacía y de la docencia universitaria, sigue militando en su partido, continúa luchando en la causa contra el aborto (a la que le ha dedicado sus últimas décadas) y también mantiene vivas varias denuncias contra políticos y magistrados provinciales. Le gusta leer mucho sobre historia argentina y actualmente está releyendo las Memorias del general Tomás Iriarte.

viernes, 23 de agosto de 2024

 UN POLÍTICO COMPETENTE Y HONESTO

Por Mario Meneghini



 En una época donde se encuentra tan desprestigiada la política, conviene insistir en la necesidad de la misma, en toda sociedad civilizada, como la actividad destinada a seleccionar a los dirigentes que deberán ejercer las funciones gubernamentales. Los ciudadanos, de acuerdo a sus preferencias, optarán por quienes los representen mejor, procurando apoyar a los más capacitados y honestos.

La política es una vocación, pero, como advertía Aristóteles: En todas las ciencias y artes el fin es un bien; por lo tanto, el mayor y más excelente será el de la suprema entre todas, y esta es la disciplina política; y el bien político es la justicia, que consiste en lo conveniente para la comunidad.

Agregaba después: siempre que un individuo sea mejor en virtud y en capacidad para realizar las mejores acciones, será bueno seguirlo y obedeceré; pero debe tener no sólo virtud, sino capacidad de ejecución. (1)

Mucho más cerca en el tiempo, la última encíclica social, del 2020, resume la doctrina de la Iglesia: “Una vez más convoco a rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”. (2)

Un artículo de la fecha (3), escrito por el periodista Roberto Battaglino, nos ayuda a fijarnos en uno de los buenos políticos de nuestra provincia, fundador de un partido y varias veces legislador, destacado por su conducta intachable, y que se expresa con precisión y valentía en defensa del interés público.

Y mientras las miradas se posan en la Corte y la renovación parcial de esta en la era Milei, el Tribunal Superior de Justicia fue apuntado en las últimas horas por una denuncia del líder de Encuentro Vecinal Córdoba, Aurelio García Elorrio, quien dice haber tomado conocimiento de un pedido millonario de coima por parte de altos funcionarios judiciales a Schiaretti para que el TSJ frenara la investigación del caso Odebrecht y la contratación de los gasoductos troncales en la provincia.

El exlegislador alude a una votación en la cual el Tribunal Superior denegó a la asociación civil Asoma la posibilidad de ser querellante y, de este modo, que avanzaran en Córdoba las causas vinculadas con aquel mega escándalo regional de la firma brasileña.

No son casuales, tampoco, las alusiones de García Elorrio, porque al reflotar Asoma, recuerda el trío que compartía con sus pares Liliana Montero y Juan Pablo Quinteros, quienes pasaron de denunciantes de corrupción a ministros de la actual gestión provincial.



   1) Aristóteles. “Política”; Centro de Estudios Constitucionales, 1983, pp. 90 y 116.

      2) Francisco. “Fratelli tuti”; p. 180.

   3)  ”Llaryora avala a Lijo con claves hacia la política cordobesa”; La Voz, 23-8-2024.

viernes, 16 de agosto de 2024

 




DIECISIETE DE AGOSTO

Por Ricardo Andrés Torres

Para un argentino San Martín es como esas presencias ubicuas, que las sabemos ahí, presentes de alguna manera desde que éramos niños, como el sol o como nuestros padres. Yo puedo recordar cómo a los cuatro o cinco años mi tía me llevaba al “Barrio San Martín” a pocas cuadras del mío, y en los billetes de la década del 70, los “pesos Ley 18.188”, la augusta ancianidad del prócer nos observaba desde las más altas denominaciones, 50 y 100 pesos. En la escuela conocimos algo más de esta misteriosa y firme figura, con nombre de santo, el “Santo de la Espada” y en los libros de lectura lo veíamos, con su gorro bicornio, su caballo blanco y su epopeya inigualable. La Marcha de San Lorenzo con su febo asomando y al moreno Cabral haciéndose inmortal inflamaba mi pecho cada tarde al salir de la escuela Blas Parera, y en el segundo grado recité con brío las palabras de aquel heroico sargento: ¡Muero contento, hemos vencido al enemigo!, para el aplauso de mi maestra y mis compañeros, una de mis pocas glorias de estudiante en la primera escuela primaria. 


Después vinieron las revistas infantiles y los libros de historia, más detallados contando la gran hazaña de los Andes, la honrosísima modestia de aquel correntino corajudo, su misterioso amor por la Patria, su mirada severa. Don José nos miraba y nos mira como esperando que una vez por todas nos juguemos por la Patria. ¿para cuándo? ¿No basta acaso su huella luminosa, su estela del fuego atroz que nos hizo libres, los bronces innumerables que enaltecen su figura? ¡Qué pequeños que somos a la sombra de esa gigantesca hombría! ¿Todavía no “la vemos”? ¿Cuánto falta para que nos demos cuenta que sólo renunciando a nosotros y luchando por un ideal superior podemos reconstruir esta Patria deshecha en jirones? Nos falta mucho, somos como hojas arrastradas por un vendaval de secularismo, individualismo y confusión, cada vez más potente. Pero en esta tormenta de autonegación, sigue estando en nuestras plazas, en nuestra historia, en nuestra conciencia profunda esa enhiesta sombra que nos observa. Que la Providencia del Creador haga surgir las almas que conduzcan la Patria hacia su reconstrucción, como las tropas de San Martín avanzaban en la feroz cordillera, y que el mismo Gran Capitán nos ayude a emprender ese camino.  

domingo, 4 de agosto de 2024



PARIS:  ¿Ya no vale la pena una misa?

Por Claudia Peiró

Publicado en Infobae, 04 de agosto de 2024


La paráfrasis del título, aunque no muy original, es pertinente en el contexto actual. Hubo un tiempo en que un rey, para poder entrar a París y sentarse en el trono de Francia, tuvo que convertirse al catolicismo y de ahí su célebre frase: “París bien vale una misa”.

Para sus contemporáneos, Enrique IV de Navarra, el primer Borbón, fue “el Rey bueno”. Una de sus primeras medidas fue el célebre Edicto de Nantes (1598), que abrió una etapa de tolerancia hacia los hugonotes -protestantes-, la religión de Enrique antes de su conversión. El mismo decreto declaró al catolicismo religión de Estado a la vez que promovió la reconciliación a partir de la renuncia a toda revancha por parte de los dos bandos que hasta la asunción de Enrique se habían desangrado en una larga guerra civil.

Esa tolerancia le costó la vida al rey que murió apuñalado por un fanático en 1610. Después del regicidio, su mujer, María de Medicis, hizo erigir un monumento en su memoria, en el corazón de París, en la isla de la Cité, que Desde ese momento fue un punto de referencia para todos los franceses. Era un sitio emblemático como para nosotros puede ser la Plaza de Mayo o la del Congreso.

Cuando estalló la Revolución Francesa, en 1789, Enrique IV -su monumento, mejor dicho- se salvó por un tiempo de la furia iconoclasta amparado por su buena imagen, hasta que, en 1792, la Asamblea nacional ordenó la destrucción de todos los símbolos monárquicos. y la estatua fue derribada. En 1818, con la restauración de los Borbones en el trono de Francia, una nueva estatua ecuestre de Enrique IV fue ubicada en ese mismo lugar privilegiado de la ciudad, en el Pont-Neuf.

El 27 de julio pasado, llamó la atención un comunicado de la Iglesia Católica de Francia deplorando las “escenas de escarnio y burla al cristianismo” en uno de muchos espectáculos ofrecidos en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos (JJOO).

Era una respuesta a lo que fue leído como una parodia del cuadro de Leonardo Da Vinci, “La última cena”, que representa a Jesús celebrando la Pascua con sus discípulos. Frente a las críticas, hubo explicaciones de que no se aludía a esa obra -en ese caso no se entiende por qué los organizadores pidieron disculpas-, mientras que otros llegaron a alegar que el cuadro de Da Vinci no era de inspiración religiosa. El artista recibió el encargo de realizar un mural en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán. Pintó a Jesús sentado a la mesa con sus doce discípulos. Algunos reconocibles, como Judas, o Juan. Pero para la iconoclasia actual, al cristianismo no hay que reconocerle ni siquiera lo que es suyo. A la Iglesia se le roba hasta la Navidad.

Thomas Jolly, director creativo de la ceremonia, dijo: “No quise ser subversivo ni burlarme ni escandalizar... En Francia podemos creer o no creer, pero tenemos muchos derechos y quería transmitir esos valores a lo largo de la ceremonia”. Mientras que el cantante Philippe Katerine, que aparece recostado en la mesa y con el cuerpo todo pintado de azul, dijo: “Fui educado como cristiano y lo mejor del cristianismo es el perdón. (...) Por eso pido que me perdonen si ofendí a alguien. Y los cristianos del mundo me lo concederán, estoy seguro. Y comprenderán que en gran parte fue un malentendido, porque en el fondo no se trataba en absoluto de representar La última cena”.

Malentendido o no, lo interesante fue la reacción del catolicismo francés, porque la Iglesia Católica se encuentra en la mayoría de los países, y en Europa en particular, en una posición defensiva, culposa. Se deja calumniar, soportando en silencio todo tipo de insultos y de fake news. Parece que, como “lo mejor del cristianismo es el perdón”, se lo puede ofender a piacere.

En un punto, el silencio es comprensible, porque varios de los altos dignatarios que ganaron protagonismo en la jerarquía en los últimos tiempos fueron inmediatamente acusados ​​falsamente de pedofilia o de encubrimiento de la pedofilia. Dos casos fueron emblemáticos y funcionaron a modo de disuasión: quedarse en el molde o ser denunciado. Esa era la cuestión.

El más grave fue el cardenal australiano George Pell, víctima de una falsa acusación en su país que le valió más de un año de cárcel hasta que fue exonerado. Si se busca en Internet, todavía aparece la acusación y condena y el eterno calificativo de “polémico”, antes de que su liberación por ser todo un montaje. ¿Cuál fue el crimen de Pell? Haber sido nombrado en el consejo de asesores que creó Francisco a poco de asumir. Y lo único “polémico” fue el alevoso montaje de una acusación fraudulenta para mandar a un inocente a la cárcel.

El otro caso concierne directamente a Francia. Bastó que el papa Francisco distinguiera con su amistad y confiara una misión al cardenal Philippe Barbarin, entonces arzobispo de Lyon, para que éste fuese objeto de una denuncia, en este caso por encubrimiento de abusos. En primera instancia, fue condenado a seis meses de prisión en suspenso. En enero de 2020 fue absuelto en apelación, pero el daño ya estaba hecho y el objetivo de correrlo de la escena, cumplido.

En este contexto, muchas autoridades eclesiásticas optan por tolerar en silencio los agravios. Por eso llamó la atención el comunicado de la Iglesia Católica de Francia, país en el cual, varios siglos después de Enrique IV, mofarse de la religión mayoritaria se ha vuelto deporte nacional. Al igual que, contra toda la evidencia histórica, negar las raíces cristianas de Europa. Ofender a los católicos, a los cristianos en general, es gratuito. Pareciera que el único legado que fascina a cierta izquierda es el de la guillotina, como lo mostró también el espectáculo en La Conicergerie, la prisión donde fue recluida María Antonieta antes de su ejecución.

También fue sorprendente el impacto que tuvo ese comunicado. Y el hecho de que desde muchos otros sectores se elevan reclamos contra la escena grotesca. Hasta Jean-Luc Mélenchon, principal referente de La Francia Insumisa (LFI), el ala más ultra del socialismo, obviamente ateo, se sumó a las críticas. “No me gustó la burla a la cena cristiana, última cena de Cristo y sus discípulos, fundadora del culto dominical. No entro por supuesto en el calificativo de 'blasfemo' [pero] pregunto: ¿para qué arriesgarse a lastimar a los creyentes? ¡[Lo digo] aun siendo anticlerical! Esa noche le hablamos al mundo”.

El obispo delegado para los JJOO, monseñor Emmanuel Gobilliard, señaló que muchos atletas son creyentes y su fe juega un papel en estos días de desafíos y sueños. Pero además, en línea con Mélenchon, Gobilliard apuntó al contexto. Para él, este tipo de espectáculos deben estar reservados al teatro y no a un acontecimiento como la ceremonia inaugural de los JJOO, “dado que la carta olímpica pide explícitamente que no se expresen opiniones políticas, ideológicas o religiosas”. “Una velada que debía incluir y pacificar, pero que ha excluido”, agregó.

La amplitud de las reacciones es indicio de que algo está cambiando. De que, por exceso, toda la corriente progresista iconoclasta que, en nombre de una supuesta defensa de derechos de minorías se siente autorizada a avanzar sobre los derechos de las mayorías, estaba comenzando a generar una reacción. Era hora de que el péndulo empezara a volver.

Sobre todo porque esta constante campaña anti iglesia es, en el fondo, una campaña anti francesa, una demolición de su propia cultura. Las sociedades occidentales en general están entregadas a una apología de la deconstrucción. De sus propias raíces culturales.

La escena en cuestión no tenía relación alguna con el deporte ni con el espíritu olímpico. A nadie pudo parecerle agradable ese espectáculo, o motivador, emocionante o interesante. Tenía el nivel “artístico” de una diversión de colegiales que se disfrazan con lo que tienen una mano. La baja calidad del espectáculo revela que el objetivo no era agradar, sino molestar, provocar. De hecho, todos los que salieron a elogiar la actuación no aludieron a la calidad del espectáculo sino a su intencionalidad.

La diputada ecologista Sandrine Rousseau lo dijo con todas las letras: “Esta ceremonia fue la mejor respuesta al ascenso del fascismo y de la extrema derecha”. Lo mejor fue el remate: “Que el mundo sea woke. Será tanto más lindo”

Un diputado de LFI, Thomas Portes, dijo: “Una ceremonia a contrapelo de las obsesiones racistas y reaccionarias de la extrema derecha y sus representantes mediáticos”. Otro referente de esa corriente, Manuel Bompard, opinó: “Qué orgullo cuando Francia le habla al mundo, cuando a los valores de libertad, igualdad y fraternidad se le agregaron los de sororidad, paridad e inclusividad”.

Lo de la sororidad es bastante relativo considerando que se regodearon en un feminidio y no incluyeron a Juana de Arco entre las mujeres destacadas, aunque fue la protagonista femenina por excelencia de la historia de Francia. Descalificada por santa.

Ni el jacobino Mélenchon apreció la escena de la decapitación de la reina -”¿Por qué ella y no él?”, preguntó, sororo: “Critico la cabeza cortada de María Antonieta -precisó-. Bravo por el alegato divertido sobre la libertad de género. ¡Pero la humillación de los condenados siempre está de más!”

La jefa de los ecologistas (EELV) Marine Tondelier destacó la grieta: “Estoy leyendo los tuits de la extrema derecha a la defensiva en esta ceremonia de apertura. Lo confirmo: está muy lograda”.

Más claro imposible: el éxito de la ceremonia no fue lo artístico sino el mensaje pretendidamente inclusivo y en realidad sectario.

Uno de los aludidos de la “extrema derecha”, el diputado Jean-Philippe Tanguy lamentó el “regocijo” ante una ceremonia que “fractura aún más y siempre a Francia”, en vez de unirla.

La única escena que despertó la aprobación unánime fue la de Céline Dion cantando, desde el primer piso de la torre Eiffel, el Himno al amor que Edith Piaf se hizo famoso. Por algo lo clásico es clásico y despierta la admiración del mayor número.

Desde Beirut, la Asamblea de Católicos de Tierra Santa (ACOHL por sus siglas en inglés) recordó una verdad que tantos occidentales parecen haber olvidado: “El cristianismo fue el primero en preservar las libertades, proteger la diversidad y preservar la dignidad y los derechos humanos ”.

Esto apunta a uno de los karmas de los deconstructores de nuestra cultura: a cada paso que dan se topan con el cristianismo. Le pasó al ultra feminismo cuando se enteró de que Simone de Beauvoir, su sacerdotisa, reivindicaba un origen y un protagonismo cristiano en la lucha por el derecho al voto femenino. Les pasan a los convencidos de que la ciencia y fe son incompatibles, antagónicos, cuando se enteran de que la teoría del big bang fue formulada por el sacerdote jesuita Georges Lemaitre, colega y amigo de Albert Einstein. Les pasa a las apologistas de la Revolución Francesa cuando se enteran de que “Libertad, Igualdad y Fraternidad” es un lema pensado por un obispo francés.

Ni hablar de los transgresores que idearon la apertura de los JJOO de París, frente al hecho de que el lema de las Olimpíadas relanzadas por el Barón de Coubertin, “Citius, Altius, Fortius” (“Más rápido, más alto, más fuerte” ), fue creado por el fraile dominico Henri Didon (1840-1900), pionero de la integración del deporte a la educación de los jóvenes.

Como señala también el ACOHL, “a lo largo de su historia, el cristianismo ha inspirado el desarrollo humano en los campos de la ciencia, la cultura y las artes”.

Pero las críticas no apuntaron solo a la burla a la religión: para el filósofo judío francés Alain Finkielkraut, “en esta ceremonia de apertura de los JJOO el genio francés brilló por su ausencia”. Para él, se trató de “un espectáculo grotesco que, de las drag-queens a la decapitación de María Antonieta desarrolló con devoción todos los estereotipos de la época”.

Muy apropiado el término “devoción”, porque como dice Jean-Francois Braunstein, profesor de filosofía en la Sorbona, estamos frente a una nueva religión. La religión woke. “El objetivo de los woke es 'deconstruir' toda herencia cultural y científica de un Occidente que acusan de sexista, racista y colonialista. Incluso los académicos parecen haber sido seducidos por la absurdidad de estas creencias, y rechazan la razón y la tolerancia que hasta ahora habían sido el núcleo de su profesión”, dice Braunstein.

El historiador Patrick Boucheron, uno de los guionistas de la ceremonia de apertura de los JJOO, dijo: “Restauramos un orgullo por este país, no por su identidad, sino por su proyecto político: ir para adelante, con una historia en movimiento”.

Una confesión de parte, relevo de pruebas. Un proyecto que no se asienta en la identidad, es como un árbol sin raíces que cualquier viento puede derribar.

Ferghane Azihari, delegado de la Academia Libre de Ciencias Humanas, criticó duramente a los artistas que, para destacarse, sólo pueden apelar a la provocación.

Y esa provocación solo puede hacerse sobre lo clásico, lo elevado. “Se entiende que, para algunos, el éxito de una actuación artística depende de su capacidad para asquear y no para reunirse en torno a una estética universal”. Demoledor, agregó: “La paradoja de muchos artistas contemporáneos es que viven de la renta de una herencia que disfrutan de empañar pero sin la cual ellos brillarían menos”. O no brillarían.

De hecho, su definición encaja muy bien con algunas iniciativas estéticas progresistas que consisten precisamente en intentar contra lo clásico; no se busca maravillar, sino provocar. Pensemos por ejemplo en las pomposamente llamadas “Columnas de Buren”, el nombre del “artista” que en 1986 dejó su rastro mediocre en el hermoso patio de honor del Palais Royal. Las columnas en cuestión (¡260 para colmo!) son unos mojones de forma octogonal, de diferente altura y pintados de blanco y negro, sin el menor interés artístico. Nadie hablaría de ellos de no ser por el lugar donde están ubicados.

Del mismo modo, la pirámide del Louvre sólo es notaria por su ubicación. Podría ser admirada en el contexto de una arquitectura moderna, en un sector urbano idem, pero no tendría la prensa que tiene por arruinar la hermosa vista del Palacio (hoy Museo) del Louvre.

En 2014, el árbol verde inflable de un tal McCarthy en Place Vendôme tuvo una sola virtud: ser efímero. El “artista” aseguraba que su obra era abstracta y de libre interpretación, cuando todo el mundo veía un juguete sexual antes que un “Tree” como él llamaba al engendro.

Volviendo a los JJOO, el mayor realce de la ceremonia no estuvo dado por el espectáculo en sí -con excepción de los efectos técnicos muy logrados- sino por el magnífico escenario que ofrece la capital francesa, con su elegante perspectiva casi desde cualquier punto a orillas. del Sena, una elegancia que debe más a la “oscura” Edad Media, siempre denostada por el simple motivo de que se la asocia a un tiempo de mayor influencia de la Iglesia, pero que le dejó a París su hermoso corazón con Notre Dame, la Conciergerie, la Sainte-Chapelle y otras joyas; oa los Napoleón -tío y sobrino- ambos increíblemente ausentes de la memoria de los diseñadores del espectáculo.

La Revolución Francesa, evocada en la ceremonia, dejó en París una huella de destrucción, como lo testimonia el desaparecido Palacio de las Tullerías y el propio Rey bueno, Enrique IV, cuya estatua original, en escombros, fue a parar al fondo del Sena. Salvo el caballo, porque el plomo fue reciclado en cañones.

Dicho sea de paso, muchos, en Francia y en el mundo, se interrogan sobre la oleada de incendios que afecta a las iglesias de ese país: ¿resultado de la decadencia y el descuido del patrimonio o intencionalidad? Tema a seguir…

“Thomas Jolly [director artístico del espectáculo] y Patrick Boucheron se aplauden a sí mismos por su audacia transgresora cuando son servidores diligentes de la doxa”, sentenció Finkielkraut, en referencia a la nueva religión woke.

La reacción que generó el diseño del espectáculo de la ceremonia inaugural -tanto en su propósito de escandalizar y aun ofender, como en su patético reduccionismo histórico-, reacción que obligó a los organizadores a dar explicaciones, representa una nota de esperanza en este panorama desolador. de una cultura occidental y cristiana que, como dice el historiador Jean Sévillia, parece detestarse a sí misma.